LA ÚNICA VERDAD QUE ACEPTO ES LA DE NO MORIRME

Muchos días han pasado para poder escribir estas palabras sin que las lágrimas nos callen. Despedir a Gloria son palabras que duelen demasiado, porque nos negamos a que exista un adiós así tan grande, así tan triste.
Glorita, así con ese diminutivo la conocimos muchas; mujer gigante, mujer maestra, amiga y compañera, mujer fénix, mujer incansable. No tenía que pasar mucho tiempo para aprender a admirarla y a quererla en esa sencillez quiteña tan dulce y a la vez tan firme.
Tan firme fue su lucha por la vida, como lo fue su lucha por los territorios y por los pueblos en resistencia. En nosotras queda su memoria, que es como un ave fénix que renace y que nos da el privilegio de seguir sus pasos, ojalá podamos honrarla. Su fuego no se extinguió, se multiplicó en nosotras.
Que la tierra le sea leve.
¡Hermana Gloria Chicaiza, más presente que nunca!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *