Desde hace más de una década, América Latina se ha convertido en uno de los epicentros de la expansión minera a nivel global. Pese a la caída reciente de los precios internacionales de los minerales, esta región continúa recibiendo los mayores flujos de inversión minera a nivel global y varios de sus países figuran en el top ten de los principales destinos de inversión: por ejemplo, el año pasado América Latina captó el 27% de la inversión en exploración minera a nivel mundial.
Por lo tanto, la minería ha crecido en todos estos años, tanto en los países que tienen una larga experiencia de convivencia con esta actividad, como en países que recién han comenzado a constatar la presencia de empresas mineras en sus territorios, intentando desarrollar emprendimientos a gran escala.
Lo cierto es que al lado de la dimensión productiva y los flujos de inversión que se mueven en torno a la minería; hay una dimensión territorial que es importante considerar. La minería se ha expandido territorialmente y cada vez más diversos ecosistemas aparecen hoy en día presionados por la expansión de esta actividad: en América Latina podemos citar el caso de los páramos, los sistemas de lagunas alto andinas, las cabeceras de cuencas, la Amazonía, los glaciares, entre otros.
La expansión de la frontera extractiva minera, ha sido una tendencia global en la que países de la región han ocupado y siguen ocupando un lugar destacado. Poner la noción del territorio como uno de los ejes centrales del análisis, permite entender cómo se configuran los procesos sociales, económicos y jurídicos en esos territorios y cómo estos enfrentan la expansión de una actividad que se impone desde fuera.
Como consecuencia, el otro aspecto que ha acompañado la expansión extractiva ha sido el de los conflictos, que pueden ser definidos como territoriales: no hay minería sin el control de grandes extensiones de tierras y sin el control de recursos hídricos y otros bienes naturales, que antes de que llegue la minería han estado manejados por las poblaciones que se ven amenazadas por esta actividad.
La defensa de los territorios ha sido y sigue siendo un componente central que caracteriza esta etapa de expansión extractiva. El trabajo del Observatorio de Conflictos Mineros de América Latina (OCMAL), con su importante mapa de conflictos mineros y el intenso intercambio de información y testimonios entre sus integrantes, ha permitido documentar e informar regularmente sobre la evolución de estos conflictos en la gran mayoría de países de la región.
A partir de este año y complementando el trabajo que realiza OCMAL estamos compartiendo con ustedes un primer informe que reporta los principales acontecimientos y conflictos en un buen número de países de la región: Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, Honduras, Panamá, Perú y Uruguay. El propósito es compartir información específica de cada país, identificar tendencias de las inversiones extractivas, estrategias de lucha y resistencia, así como los comportamientos de empresas, Estados, evolución de legislaciones y salvaguardas de organismos internacionales, entre otros aspectos.
Esperamos que este nuevo producto, elaborado de manera colectiva por los socios de OCMAL, sea de utilidad para las diversas personas e instituciones que vienen siguiendo esta problemática.
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